Nuestra capacidad de razonamiento, nos permite elegir y diferenciar si nuestra alimentación y estilo de vida pueden causar beneficios o perjuicios,
tanto para los animales como para el planeta, y si es perjudicial para ambos, sobre todo para este último, también lo es para nosotros. Algunas personas respaldan el maltrato animal, argumentando que es “cultura”, en vez de decir “in-cultura”. Cuando se menciona la palabra cultura en algún debate, generalmente en nuestras mentes se crea la siguiente representación: Acto/Ocio Cultural = Actividad Perpetua; “siempre ha sido así y siempre será así” y nadie o muy pocos se cuestionan si esa práctica es perjudicial para alguien. Los humanos tenemos una gran capacidad creativa, que parece no tener límites. Dicho esto, disponemos de la sobrada habilidad para crear entretenimientos que no impliquen la explotación de nuestros semejantes, los animales, ni de la naturaleza, pero no hacemos uso de ella.Toro Jubilo-Medinaceli

Experimentación científica de tóxicos con un gato

Matanza tradicional de ballenas en la Isla del Feroe Dinamarca

Zorro adulterado para producir pieles, abrigos, bufandas y bolsos

“Las emociones y sentimientos animales, son reales, pero a menudo ignoradas por sus opresores”.
La siguiente investigación proporciona claras evidencias de que muchos animales experimentan emociones tales como la alegría, miedo, amor, desesperación y dolor. Emociones animales: exploración de las naturalezas apasionadas El planeta tierra, es el hábitat donde nuestra vida y salud se desarrollan junto con el resto de especies. Ellas coexisten manteniendo un equilibrio natural, idóneo para la vida. Pero hasta la fecha, a pesar de todos nuestros presuntuosos conocimientos intelectuales y avances tecnológicos, hemos sido incompetentes en la tarea de preservar dicho equilibrio, que a su vez, es la base de nuestra salud, convirtiendo poco a poco el planeta en un hábitat hostil. Algunos creen ingenuamente, que la tierra, junto con las especies que la habitan, son una más de sus posesiones, pero no es así, simplemente habitamos en ella. Si deseamos conservar la riqueza natural que aún nos rodea, entonces deberíamos empezar a cambiar la forma en que convivimos, tanto con nuestros semejantes como con otras especies , y por supuesto con la naturaleza.Los deseos por si solos no producen cambios ni beneficios, por eso necesitamos ser genuinamente coherentes e ir más allá de la frontera de los pensamientos y palabras, para pasar a la acción. Fomentar un consumo responsable y ético, beneficia a todos.
“Nunca es tarde para tomar una decisión más humana, consecuente y empática, donde todos ganemos”.